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Soy Victorino (el de las fotos […]). Reconozco que estos han sido los combates de boxeo que más me han removido por dentro, los anteriores los vi cuando tenía entre 8 y 15 años de edad (era un menor y hoy tengo 54) en el mismo lugar en que hoy se asienta el bar de la Facultad de Historia salmantina. Allí vi campeonatos de España y alguno de Europa, Guinaldo, San Matías II y III y algunos más pelearon entonces por el campeonato de España de los ligeros, no había un local cerrado el techo era el cielo, no olía a sudor ni a humo de tabaco era casi bucólico, legal, deportivo, bien iluminado, con ring y médico incluido y sobre todo franquista y perfecto, justo todo lo contrario a lo que vi el viernes en "El Gallo". No hay más que leer a los protagonistas del evento y las contestaciones de los detractores, para darse cuenta que nada de lo que ocurrió allí puede ser tildado de aburrido o banal. Los organizadores pueden estar orgullosos de la repercusión que ha tenido la cosa pero sobre todo de que alguno, como yo, se haya reconciliado con la esencia de la condición humana: nuestras miserias, que son las mismas que nuestras grandezas y quienes las provocan son ARTISTAS [...] Es mi opinión.

Victorino García

Fuente: Comentarios al artículo “Choque de poetas” de La Voz de Salamanca

3 Comments:

  1. Olalla said...
    También es mi poinión porque nadie, sea quien sea, permanece impasible ante la violencia.
    Anónimo said...
    Este tipo de manifestaciones demuestran que no estamos tan insensibilizados como creemos, o como nos hacen creer supuestos expertos en psicología de masas. Se supone que después de estar constantemente expuetos a imágenes violentas y crueles por televisión nos dejan de impactar este tipo de cosas. Pero no: cuando somos testigos directos de la violencia nos conmovemos. Los comentarios a favor y en contra de los poetas lo demuestran.

    Quisiera mencionar el caso del artista costarricense Guillermo Habacuc Vargas, que dejó morir de hambre a un perro callejero en una galería de arte, encima suyo la frase "eres lo que lees" hecha con comida para perros. La gente quedó horrorizada y hay todo un movimiento en Internet para censurarle.

    Creo que es reprochable lo que ha hecho Habacuc, pero no deja de tener razón cuando dice "Lo importante para mí era la hipocresía de la gente: un animal así se convierte en foco de atención cuando lo pongo en un lugar blanco donde la gente va a ver arte pero no cuando está en la calle muerto de hambre". Cuando se le preguntó por qué no empleó otro medio de expresión contestó: “Recojo lo que miro... El perro está más vivo que nunca porque sigue dando qué hablar”.

    Salvando las distancias, con los poetas boxeadores sucede lo mismo: Han logrado que se hable de poesía, y yo por lo menos tengo una curiosidad enorme por ver qué han escrito y lo que escribirán a partir de esta experiencia. Reprocharles por participar en un acto violento (y por voluntad propia) es una tontería.
    Anónimo said...
    Por fin un poco de sensatez!

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